Quienes somos

El pensamiento estratégico, en su condición natural de ser un ejercicio abstracto, posee una gran relevancia práctica a la hora del diseño o armado de la estrategia, debido a que es su fundamento. Definir la estrategia es un proceso de razonamiento que solo se puede generar con el pensamiento, a raíz de que nos permite crear y recrear indefinidamente determinadas cuestiones estratégicas. Es el gran laboratorio de la estrategia, donde se pueden realizar todo tipo de ensayos.Es la única herramienta que posee el individuo, ya sea en su individualidad o como ser humano colectivo (organizado), no solo para establecer sus objetivos, sino también para lograrlos. El individuo en sociedad se encuentra permanentemente construyendo, destruyendo y reconstruyendo relaciones sociales. Este accionar disruptivo genera un choque de voluntades, habida cuenta de que los intereses que se persiguen son contrapuestos. Mantener, romper o redefinir los vínculos es una decisión que define el pensamiento estratégico previamente de haberle asignado un valor a los objetos que median en las relaciones sociales. Por lo tanto, el pensamiento estratégico se propone asignar valor (objetos materiales e inmateriales) y constituye una escala en donde el mayor valor está íntimamente relacionado con la existencia del actor. Siendo estos valores de carácter existenciales, ya sea para mantenerse como actor o ser hegemónico, su definición es la que genera el conflicto permanente por el que atraviesa la sociedad. La lucha por existir y consolidarse es lo que da razón de ser al pensamiento estratégico. Por ello, la misión central es prever el conflicto; establecer los escenarios; armar el mapa de actores con sus intereses; identificar las estratégicas; definir fehacientemente el valor que le asigna al objeto que está en juego; quién define y cuáles son las reglas; evaluar el prestigio social de los actores y sus intereses tanto en su lugar de actuación como en el exterior, son tares que todo sujeto debe realizar antes de iniciar la acción. De este modo el actor puede medir, no solo la cuestión estratégica sino también los oponentes. De una rigurosa evaluación y posterior comparación con uno mismo, dependiendo del resultado, decidirá su maniobra. Antes de ella es condición sine qua non conocer al oponente y a sí mismo. La elección de la maniobra sin estas mediciones conduce al fracaso y a la derrota.La importancia del pensamiento estratégico no está ligada únicamente al ámbito de lo abstracto y previo a la participación del conflicto, es también la brújula que permite sortear el obstáculo que genera la niebla del conflicto e impide tomar decisiones acertadas. En pleno conflicto los actores o sujetos, a causa de la fricción y posterior desgaste, tienden a desconcentrarse, desorientarse, confundirse y la suma de todo eso puede llevar a la parálisis propia del pánico. La primera consecuencia del conflicto es el desequilibrio psicológico de los actores que los lleva a la conclusión de que ya no puede seguir o que seguir luchando no tiene sentido. El pensamiento estratégico funciona como una mano que corre el velo generado por la dinámica del conflicto. De ese modo, los actores pueden decidir distintas maniobras sin perder de vista los objetivos y monitorear el estado de las fuerzas, tanto del oponente como las propias. Es lo que permite avanzar, aun cegados por la niebla y el velo del estrés psicológico que genera el conflicto.